La Reina Isabel I de Castilla, conocida por su firmeza y preocupación por la justicia, fue una de las primeras en darse cuenta de que los indios en la recién descubierta América estaban siendo maltratados y explotados por los exploradores españoles. Al enterarse de las atrocidades que se estaban cometiendo en su nombre, Isabel se enfadó profundamente y decidió tomar cartas en el asunto.

La Reina emitió una serie de leyes de protección a los indios, que incluían la prohibición de la esclavitud y la explotación laboral de los nativos, así como la exigencia de tratar a los indígenas con respeto y dignidad. Además, se ordenó que se les enseñara la fe cristiana y se les permitiera practicar su propia religión si así lo deseaban.

Isabel también se enfrentó al propio Cristóbal Colón, el explorador que había llevado a cabo el viaje que inició la evangelización de América. La Reina le reprochó su falta de respeto a los derechos de los indios y le exigió que cambiara su actitud hacia ellos y por esta razón lo mando traer encadenado desde las nuevas tierras a Castilla para reprocharselo.

Además de proteger a los indígenas, Isabel también impulsó la evangelización del nuevo mundo, enviando misioneros y sacerdotes para difundir la fe cristiana entre los nativos. Esta labor evangelizadora se convirtió en una parte fundamental de la labor Castellana en América, y tuvo un impacto duradero en la cultura y la religión de los pueblos indígenas.

En resumen, la Reina Isabel I de Castilla tuvo un papel fundamental en la protección de los indios en América y en la evangelización del nuevo mundo, sentando las bases para una convivencia más justa y respetuosa entre recien llegados y nativos.